Casi un año atrás la Ciudad de Buenos Aires fue sede de las más importantes manifestaciones por el derecho al matrimonio para personas del mismo sexo, derecho que luego fue aprobado en el Congreso Nacional.
Este logro fue un triunfo popular que desató un debate a lo largo y ancho del país cuestionando el conservadurismo de la familia tradicional. Capas "geológicas" de atraso en materia de relaciones humanas y la forma familiar patriarcal quedaron cuestionadas.
Este mismo triunfo, dejo colocada la necesidad y posibilidad de ir mas lejos en una reivindicación más de fondo aún: el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo: el derecho al aborto libre, seguro y gratuito.
El hecho es que en la Argentina no es la mujer la que puede resolver el carácter de sus relaciones sexo-afectivas: el Estado ordena que las mujeres deben estar encadenadas a la reproducción. Y hace esto con la complicidad de la Iglesia Católica, la misma que bendijo a los represores, que protege a los curas abusadores de menores, que considera una "enfermedad" a la homosexualidad.
Es lógico: esta función reproductiva de la mujer se anuda con la explotación capitalista encadenándola en una relación de doble o triple opresión: en el trabajo como asalariada, en la casa a cargo de las tareas domésticas y reproductivas.
Se podía esperar entonces que Cristina K, que se llena la boca todos los días de palabras "progresistas", y es mujer, cumpla con esta demanda. Pero la realidad es todo lo contrario. Mostrando su complicidad con el orden establecido, después de aprobado el matrimonio igualitario, una y otra vez se ha manifestado contra el derecho al aborto.
Yendo más lejos aún, ha presentado un subsidio a la maternidad -bajo la forma del tutelaje estatal a las mujeres embarazadas- como un mecanismo en el fondo antagónico y opuesto al derecho al aborto. No casualmente fue saludado por la misma Iglesia que había quedado golpeada el año pasado.
Lamentablemente, la mayoría de las organizaciones de mujeres se han adaptado a esta situación: generan falsas expectativas en los K afirmando que habría que "esperar" hasta después de la reelección de Cristina, ahí sí se daría curso al derecho al aborto...
Por su parte, desde la oposición patronal de la UCR y el PRO (e incluso de Pino Solanas) de este tema no se habla en la campaña que ya está en curso.
En estas condiciones, los abajo firmantes opinamos lo contrario: que la campaña electoral que se avecina en la Capital Federal puede ser una excelente oportunidad para usarla como tribuna para levantar bien alto las banderas por el derecho al aborto.
En ese sentido, apoyamos las listas del nuevo MAS que ha hecho de esta reivindicación una de las principales banderas de su campaña electoral.
Este logro fue un triunfo popular que desató un debate a lo largo y ancho del país cuestionando el conservadurismo de la familia tradicional. Capas "geológicas" de atraso en materia de relaciones humanas y la forma familiar patriarcal quedaron cuestionadas.
Este mismo triunfo, dejo colocada la necesidad y posibilidad de ir mas lejos en una reivindicación más de fondo aún: el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo: el derecho al aborto libre, seguro y gratuito.
El hecho es que en la Argentina no es la mujer la que puede resolver el carácter de sus relaciones sexo-afectivas: el Estado ordena que las mujeres deben estar encadenadas a la reproducción. Y hace esto con la complicidad de la Iglesia Católica, la misma que bendijo a los represores, que protege a los curas abusadores de menores, que considera una "enfermedad" a la homosexualidad.
Es lógico: esta función reproductiva de la mujer se anuda con la explotación capitalista encadenándola en una relación de doble o triple opresión: en el trabajo como asalariada, en la casa a cargo de las tareas domésticas y reproductivas.
Se podía esperar entonces que Cristina K, que se llena la boca todos los días de palabras "progresistas", y es mujer, cumpla con esta demanda. Pero la realidad es todo lo contrario. Mostrando su complicidad con el orden establecido, después de aprobado el matrimonio igualitario, una y otra vez se ha manifestado contra el derecho al aborto.
Yendo más lejos aún, ha presentado un subsidio a la maternidad -bajo la forma del tutelaje estatal a las mujeres embarazadas- como un mecanismo en el fondo antagónico y opuesto al derecho al aborto. No casualmente fue saludado por la misma Iglesia que había quedado golpeada el año pasado.
Lamentablemente, la mayoría de las organizaciones de mujeres se han adaptado a esta situación: generan falsas expectativas en los K afirmando que habría que "esperar" hasta después de la reelección de Cristina, ahí sí se daría curso al derecho al aborto...
Por su parte, desde la oposición patronal de la UCR y el PRO (e incluso de Pino Solanas) de este tema no se habla en la campaña que ya está en curso.
En estas condiciones, los abajo firmantes opinamos lo contrario: que la campaña electoral que se avecina en la Capital Federal puede ser una excelente oportunidad para usarla como tribuna para levantar bien alto las banderas por el derecho al aborto.
En ese sentido, apoyamos las listas del nuevo MAS que ha hecho de esta reivindicación una de las principales banderas de su campaña electoral.
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